Un día en la nieve (Parte IV)
[Londres, 2 de febrero de 2009]
Parte I Parte II Parte III Parte IV Parte V
Empecé a sospechar al no ver a ningún niño yendo en dirección al colegio. Cuando llegué a la puerta había un cartel que ponía "El colegio está cerrado, 2/2/09" Claro, porque sin la fecha la nieve y la verja cerrada no hubieran bastado para descifrar el mensaje.
Ya sé que para alguna gente hay que ver para creer, pero a mí me hubiera resultado igual de convincente una llamada del colegio o un mensaje y no una hora y media de tortura para leer un cartel en la puerta. ¡Por el amor de dios, que me pagan por día y acabo de hacerles una visita de gratis! Menos mal que tenía que coger unas libretas en el departamento (¿"menos mal"?) y por lo menos me valió de algo llegar hasta el final.
No sé si es que ya me había confiado o si estaba esperando ese momento y ese lugar, pero a los cuatro pasos de cruzar la verja me espatarré. Más de cuarenta minutos caminando en la nieve y haciendo maravillas para acabar cayendo en el colegio de las narices. Me levanté como pude y escaneé los alrededores para ver si había algún alumno a la vista. Sólo había unos chicos tirando bolas de nieve, seguí avanzando rezando para que no fueran míos. Pero no. Era mi jefa de departamento, el jefe del departamento de música, un profe de español y el bibliotecario. Porque el día no había sido lo suficientemente raro.
[To be continued]
Parte I Parte II Parte III Parte IV Parte V
Empecé a sospechar al no ver a ningún niño yendo en dirección al colegio. Cuando llegué a la puerta había un cartel que ponía "El colegio está cerrado, 2/2/09" Claro, porque sin la fecha la nieve y la verja cerrada no hubieran bastado para descifrar el mensaje.
Ya sé que para alguna gente hay que ver para creer, pero a mí me hubiera resultado igual de convincente una llamada del colegio o un mensaje y no una hora y media de tortura para leer un cartel en la puerta. ¡Por el amor de dios, que me pagan por día y acabo de hacerles una visita de gratis! Menos mal que tenía que coger unas libretas en el departamento (¿"menos mal"?) y por lo menos me valió de algo llegar hasta el final.
No sé si es que ya me había confiado o si estaba esperando ese momento y ese lugar, pero a los cuatro pasos de cruzar la verja me espatarré. Más de cuarenta minutos caminando en la nieve y haciendo maravillas para acabar cayendo en el colegio de las narices. Me levanté como pude y escaneé los alrededores para ver si había algún alumno a la vista. Sólo había unos chicos tirando bolas de nieve, seguí avanzando rezando para que no fueran míos. Pero no. Era mi jefa de departamento, el jefe del departamento de música, un profe de español y el bibliotecario. Porque el día no había sido lo suficientemente raro.
[To be continued]